Hay momentos en la vida que no se olvidan, y en mi caso, uno de ellos fue el día que
Basilio Rodríguez Cañada me llamó a su despacho para decirme que quería publicar
mi primera novela. Recuerdo aquel miedo atroz y, a continuación, la fascinación,
pues me d i cuenta de que iba a tener la oportunidad de conocer a otras personas
que habían experimentado lo mismo que yo.
Hay momentos en la vida que no se olvidan, y en mi caso, uno de ellos fue el día que
Basilio Rodríguez Cañada me llamó a su despacho para decirme que quería publicar
mi primera novela. Recuerdo aquel miedo atroz y, a continuación, la fascinación,
pues me d i cuenta de que iba a tener la oportunidad de conocer a otras personas
que habían experimentado lo mismo que yo.